El 11 de enero de 2011 nació
Artemisa. Ya toda la familia esperaba el alumbramiento, con los miedos y las
alegrías propias de la llegada de un bebé. En los 11 municipios no había otra
conversación. Papá, mamá, la abuela, el hermanito, todos en función de la niña
nueva. Los primeros días hubo temores, había que adaptarse a nombrar al nuevo
miembro de la casa. La Habana
perdió primacía ante la nueva criatura, fresca y lozana, prometedora de
cambios, de progreso, con nuevos bríos y aroma de futuro.
Para los expinareños fue más
fácil. Una sentencia popular caída sobre su provincia les hizo adaptarse
fácilmente al apelativo de artemiseños. Para los habaneros no fue fácil, pero con
los días la niña fue conquistando corazones, enamorando gente. Cada día era más
fuerte, más consolidada, daba pasos más acelerados, caía y se levantaba.
Hoy Artemisa tiene un año y
medio. Ya camina sola y no teme caer. Es ejemplo para las provincias hermanas y
sabe su responsabilidad. No es perfecta, pero trabaja por ser mejor cada día,
por no defraudar a sus progenitores, por no defraudar a su gente.
Un día Artemisa será grande
porque su gente trabaja para ello, para que no se caiga, para levantarla, para
llevarla a la cima, porque su gente la cuida y ya la ama… y contra el amor,
nadie puede.