viernes, 10 de agosto de 2012

Más de 86 razones para una Felicitación


Trilladas por estos días las felicitaciones y el agradecimiento. Desde mi trinchera, desde la pluma, mi homenaje al hombre de verde olivo, al líder barbudo, siempre al frente del pueblo con la sonrisa, convenciendo con la palabra, con el ejemplo. 
Siempre lo vi tan alto, tan lejano, como uno de esos héroes inalcanzables, vaticinador de futuros, predicador de ideas y ejemplo, guardián de Cuba y del mundo.
Pudo ser un hombre de éxito del lado de la clase explotadora. Su linaje le hubiera permitido triunfar en la Cuba de los años 50. Pero se hizo abogado y en la trinchera de la Universidad de la Habana bebió del caudal revolucionario de Mella, se nutrió de las ideas de Martí y decidió echar su suerte con los pobres de la tierra.
Sin dejar morir al Apóstol en el año de su Centenario fue Fidel el guía indiscutible de la generación de jóvenes que asaltó los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el intento de iniciar la lucha insurreccional armada y despojar a Cuba de los males de tantos años de tiranías y del yugo americano.
Pudo cambiar de ideas tras el fracaso… pero persistió, y como hombre que actúa como piensa vino a Cuba desde México, en el yate Granma, subió a la Sierra y allá también fue líder, allá también arriesgó su vida, de frente a las balas en el combate.
Nunca nadie dudó de su condición de líder innato. Si hablaba, todos quedaban en silencio, como quien escucha atentamente a un hombre sabio. Si actuaba, la multitud le seguía.
Este 13 de agosto arribó a su cumpleaños 86, ya no está en la tribuna de pie, pero no abandona la pluma. Ya no da discursos ni marcha frente a la plaza… pero está presente en cada una de las obras de esta Revolución, en cada batalla, en cada acierto, en cada rectificación.
Los agradecimientos y las felicitaciones sobran, no son solo por los 86, sino por toda la vida, por todas las enseñanzas, por los ejemplos.
En lo particular mi agradecimiento al colega, al amigo que supo enseñarme, al Jefe, al Comandante, al líder, al diplomático.
Gracias, porque en parte soy periodista por ese deseo aún incumplido de tenerlo cerca, de estar al lado del hombre que con su palabra y sus ideales mueve todavía a la Humanidad, y por esa obra tan grande que supo construir que se llama Revolución, porque ninguno como usted para preocuparse por los destinos del mundo, ninguno como él para guiar a la humanidad por el camino humano, por el sendero de la solidaridad, de la igualdad, del NO rotundo a la guerra.
Gracias Comandante, porque ha sabido guiarnos, porque nos enseñó con su ejemplo que existen todavía líderes verdaderos, humanos, porque aunque los aliados de la guerra intenten sepultar a la humanidad y el dinero y el poder reinen los destinos de este mundo, nos enseñó a resistir, a tenderle la mano al vecino aunque nos negara algo, a estudiar y aprender de todo como única vía para conocer el mundo que nos rodea y sobre todo a creer que un mundo mejor es posible.
                     

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