Pensé que esperarían a que la lluvia disminuyera su
intensidad. Pero ni eso los frenó. Justo a la hora planificada salieron del
Bosque Martiano del Ariguanabo y emprendieron sus pasos rumbo a San Pedro,
donde plantarían la Ceiba
número 81 de su recorrido por Cuba, por el camino de las cien ceibas, el que
antes trazaran Martí, en su ruta de Cajobabos a Dos Ríos; y Maceo y Gómez en su
epopéyica invasión al occidente del país.
Este trayecto de 12 kilómetros fue
especial. A los cinco jóvenes les acompañó René González Scheweret, junto a su
esposa Olga, y una andanada de ariguanabenses que irrespetaron el torrencial
aguacero.
Cada gota parecía llenarles de energía, de consignas y
razones para luchar. Y el pueblo también desafió a la lluvia y salió a las
calles a contemplarlos, pues los que hacen grandes cosas nunca pasan
inadvertidos.
Una vez le oí decir a René que confiaba en los jóvenes, pues
construyen el futuro de todos los países y hacen avanzar a la humanidad. Esta
fue quizás una reafirmación de sus palabras, porque les acompañó como uno más,
con la misma energía y la entereza, dando el ejemplo, pero dejándolos ser
protagonistas de esta historia.
Y había que verlos. Después de 60 días de loco andar, de perderse
por uno que otro camino y retomar la marcha con la ayuda de algún campesino, los
cinco muchachos se ven frescos, con ganas de seguir y llegar hasta el Cabo de
San Antonio, con ganas de plantar más ceibas y ganarse más amigos.
Reynaldo, Liliana, Alex, Jesús y Luis Enrique anduvieron
esta semana por nuestra provincia, plantando ceibas y robando corazones. Su
iniciativa es otra de las muchas acciones de la juventud cubana por defender a
los Cinco y apoyar a la Revolución
Bolivariana de Venezuela.
El trayecto de locos que iniciaron en la punta de Maisí
pronto llegará a la meta, y entonces buscarán algo que hacer. Ojalá sea un
nuevo desafío a la cordura.
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