martes, 29 de octubre de 2013

Son sus sueños todavía…

Difícil para un trovador, guitarra en mano, imponerse ante un público joven en el siglo XXI, en que los sonidos digitales han conquistado a prácticamente toda una generación. Por eso, cada vez que Gerardo Alfonso acude a un centro educacional artemiseño para cantarle a los jóvenes lo hace como si tuviera que enfrentar un gran desafío, pero va si miedo, con la confianza de salir, al menos airoso. Le alienta saber que conocen dos de sus temas emblemáticos: Sábanas Blancas y Son los sueños todavía, y, a partir de ahí, busca engancharlos.


A punto de concluir su gira por el territorio el 28 de octubre en el municipio Mariel, y  después de ofrecer sus canciones a los estudiantes del preuniversitario Eduardo García Lavandero, el cantautor cubano accedió a conversar con Juventud Rebelde.
«Esta experiencia en las escuelas ha sido difícil. Es un público que no conoce la mayoría de mis temas, y está adaptado al sonido del siglo XXI, que es digital, electrónico, y la guitarra suena medio folklórica. Así que intento lidiar con diferentes estratos y edades. Con los adolescentes, por ejemplo, me remito a las canciones que hice a esa edad y tocan algunas de sus problemáticas, para atraparlos por ahí, pero no siempre lo logras, sobre todo porque enfrentamos una crisis de valores, donde la superficialidad a veces se impone.»
«Creo que, pese a esto, no podemos darnos por vencido. Es necesario reproducir intercambios como este en escuelas y comunidades. Es bueno que los muchachos escuchen a Bruno Mars, y lo sigan; pero también deben tener buenos referentes del patio, para que las raíces de la música cubana no se pierdan.»
De formación empírica, Gerardo sintió de niño pasión por la música y, aparejado a esta, experimentó la necesidad de tocarla. «Me gustó siempre aprender las canciones para cantarlas. La primera que me aprendí en la guitarra fue Anduriña;  la tocaba con el dedo índice de la mano derecha y el de la izquierda, en la primera cuerda de la guitarra que mi mamá tenía. Y cuando todos salían de la casa me quedaba descubriendo el piano de mi hermana.»
«Desde pequeño tuve mucha influencia de cantantes extranjeros, y bebí de ellos lo mejor (The Beatles, The Rolling Stones, Roberto Carlos, José Feliciano), pero con el tiempo entendí que no se trataba de ser un artista anglosajón, sino un artista latinoamericano y cubano, y comencé en el movimiento de la Nueva Trova, con Silvio como referente y una gran influencia de la música brasileña. Mis composiciones eran con un tono romántico a lo Silvio, pero más movidas.»
Siempre en constante innovación, creó dos géneros musicales: Guayasón y O´Changa. «Comencé a insertarlos en la Nueva Trova, pero este era un movimiento muy rígido; solo querían la canción del texto y la melodía, sin nada de ritmo, y eso no era bien visto, así que seguí con mi música un tanto movida y guardé un poco esas otras creaciones.»
Gerardo se define a sí mismo como un apasionado de todo cuanto hace, y del Che. Quizás por eso le fue tan fácil escribir ese tema que ha recorrido el mundo y que, según confiesa, marcó un antes y un después en su vida.
«Todo el que se arrima a ese buen árbol que fue el Che sale triunfante. Encargarme esa canción fue lo mejor que hizo la Unión de Jóvenes Comunistas conmigo. Componerla me organizó la idea que tengo de ese hombre que admiré y amé desde niño, sin siquiera saber tanto de él o haber leído tanto de su pensamiento. La compuse en seis horas y está llena de sentimiento, de buena onda; y, sin pretender nada, se convirtió en un tema universal, aunque hace dos años que en los medios masivos de difusión cubanos no se pone.»
«Son los sueños todavía elevó mi dimensión como músico, me dio a conocer más en Cuba y el mundo, y me demostró una vez más que donde mejor estoy es del lado del Che, con su bandera.
Sin embargo, si ahora mismo le permitieran llevarse solo una de sus canciones, cargaría a cuestas con Eres Nada, una canción de desamor que compuso por accidente y que no llegó a ser un éxito ni nada parecido, pero que compuso muy rápido, en una tarde mágica, sentado en su casa.
Son sus sueños todavía los que parecen inspirarle en cada presentación. Sin importar cuan desconocido pueda ser parte de su repertorio, Gerardo Alfonso hace de cada concierto una descarga entre amigos, una fiesta que disfruta a cada momento, y esa puede ser la fórmula con la que, un hombre, en pleno siglo XXI, conquista todavía, con su guitarra al hombro.

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