lunes, 10 de marzo de 2014

Un lugar especial para Melba

Su grandeza era capaz de encoger a cualquiera, porque Melba Hernández Rodríguez del Rey fue una mujer de probada valía, tanto que sin vacilación se lanzó aquella madrugada de julio de 1953 a una acción que fácilmente pudo cobrarle la vida. Y fue tan firme que aguantó sin dar marcha atrás, hasta las últimas consecuencias, al lado de sus compañeros de lucha, y de Haydée, la otra valiente que le acompañó en las acciones del Moncada.

Había podido evadir la condena, pero se mostró resuelta a asumir su participación en los hechos, y su voz se irguió para denunciar los crímenes y las torturas cometidos por la tiranía contra los asaltantes al Moncada. Los siete meses en la cárcel de Guanajay no la amilanaron, sino todo lo contrario; regresó a la lucha con nuevos bríos y participó de mil maneras en la lucha.
Luego del triunfodel 1 de enero de 1959 engrandeció con su impronta la obra de la Revolución, y nos inundó de esa sonrisa eterna que siempre nos acompañará.
Ayer murió Melba, y la noticia estrujó a Cuba. La heroína de sonrisa eterna arrancó lágrimas y estremeció corazones, pero quedó su legado, su ejemplo de sacrificio y entrega a una causa. Ahora sus cenizas reposarán en Santa Ifigenia, al lado de Martí y de aquellos muchachones que perdieron la vida en las acciones del Moncada. Pero en cada corazón de cubano hay un pedacito de Melba que ni la muerte puede arrebatarnos.

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