miércoles, 25 de marzo de 2015

A La Habana… sin olvidar Artemisa



En algunos d elos mercados que tienen las formas productivas de Artemisa en La Habana se vende más barato que en nuestro territorio / Foto: Otoniel Márquez
Una visita a la capital de todos los cubanos bastó para cambiar el curso de este trabajo. Lo que sería un reportaje sobre la comercialización agropecuaria de nuestras formas productivas en mercados de La Habana, se transformó totalmente, pues, contrario a lo que pensaba esta reportera, los precios de muchos alimentos estaban por debajo de los exhibidos en parte de los puntos de venta de nuestro territorio, ese donde paradójicamente se producen.

En Tulipán y Panorama, en el municipio Plaza de la Revolución, hallamos variedad de ofertas de buena calidad a un importe por debajo de la media de los mercados capitalinos: el frijol negro a 11 pesos la libra, el tomate a 3.50, la yuca y el boniato a peso, y la malanga a 3.80. River Blanco, administrador de la entidad arrendada por tres cooperativas de Güira de Melena (CCS Antero Regalado, CCS Frank País y CPA Ubaldo Díaz), explica que desde el comienzo, en noviembre de 2014, han mantenido más de 18 productos, y reciben mercancía tres veces a la semana.
“Al unirse tres formas productivas aumenta la cantidad de opciones y son menores los precios, pues, para mantener la estabilidad con una sola cooperativa, esta debe actuar como intermediario y gestionar fuera las mercancías que no produzca; eso encarece la oferta”.
Otra experiencia positiva la encontramos en el municipio Playa, caracterizado por los elevados costos de los renglones agropecuarios.
En la esquina de 19 y 48, en el espacio arrendado a la CCS güireña Frank País, que administra Carlos Smith, con más de 30 años de experiencia en esa labor, encontramos el ajo a dos pesos la cabeza, cuando en Artemisa todavía estaba a cinco.
Una tablilla a la entrada salta a la vista. A diferencia de muchos locales, aquí el valor de la mercancía responde a la calidad (primera, segunda y tercera), lo cual, en opinión de Smith, contribuye a su aprovechamiento máximo y a brindar opciones para los bolsillos menos holgados.
Muy cerca, en 19 y 34, las propuestas de la CPA Ubaldo Díaz, también de Güira de Melena, son cotizadas por la calidad y la variedad (26 productos). Entre las más demandadas estaba la cebolla, a ocho pesos la libra, muy por debajo de los particulares de la zona (50 pesos la ristra pequeña y 75 la grande).
Algo similar sucedía en el Vedado, en un mercado de la CCS Frank País, de Alquízar. Allí la malanga pequeñita valía dos pesos la libra y el tomate, tres, lo cual agradecen los consumidores.
Sin dudas, se trata de una válida opción de estos campesinos, a los cuales deben seguir otros para beneficiar también a los artemiseños.

Experiencias para extender
Con la desaparición de los Mercados Agropecuarios Estatales en los municipios y su arrendamiento a particulares, quedaron establecidos los precios según la oferta y la demanda, con solo tres renglones topados.
Así comenzó una escalada que parece no detenerse, aun cuando se elevara en alguna medida la producción de ciertas líneas.
Como la demanda es mayor a la oferta, y hay alimentos básicos que resulta preciso adquirir a cualquier precio, muchos aprovechan la necesidad para vender más caro, a veces sin importar la calidad; incluso, prefieren perder una mercancía a rebajarla, un indicativo de que ya sacaron provecho con las primeras ventas.
De este modo encontramos en Alquízar, municipio eminentemente agrícola, puntos de venta donde expenden tomate a cinco pesos o más, yuca y boniato a dos pesos la libra o envases con unas pocas cebollas a 10 y 12 pesos, ofertas nada económicas.
Los mercados en La Habana abrieron nuevas posibilidades de comercialización directa para nuestras formas productivas, pero esa opción no puede ir en detrimento de la oferta en los municipios artemiseños.
Es inconcebible que en la capital —más distante, con mayores gastos de transportación y pago por arrendamiento de locales, agua y electricidad— vendan más barato que en nuestros municipios, principalmente en los más productivos.
Las decisiones del Estado tienen una lógica económica, y responden a momentos históricos; no obstante, desde los territorios, y de conjunto con las formas productivas, pueden concebirse acciones para vender a menor precio, sin que pierda el productor, y a la vez proteger a quienes viven de un salario modesto.
Las ferias dominicales a las cuales concurren las formas productivas son una opción, así como pequeños puntos de venta de estas en el territorio; mas, por qué no contar con un mercado como el de Tulipán y Panorama en cada uno de los 11 municipios, donde pueda venderse más barato, al reducir los costos de transportación.
Con la unión de diversos factores de cada territorio, pudiera cumplirse este sueño de muchos, para que el anciano, el médico, el maestro... tengan un lugar donde comprar sus alimentos, un sitio donde los precios no los tope ninguna directiva del Estado, sino la sensibilidad humana. Sí, porque la experiencia de comercializar en La Habana es válida, pero sin olvidar la máxima de que los nuestros cuentan.

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